Vanesa Cárdenas es una músico venezolana que llegó a tierras guajiras en busca de nuevas oportunidades hace dos años atrás; sin embargo, su trasegar la llevó a seguir haciendo lo que ama, ahora desde la integración, ella como migrante y su comunidad de acogida conformada por alumnos colombianos y población vulnerable, quienes han estado presto a cada una de sus enseñanzas.
Desde los 15 años de edad, Vanesa Cárdenas escuchó sus primeras melodías a través del piano y desde entonces, su pasión ha traspasado los límites geográficos, que ni ella misma imaginó cuando apenas comenzó su camino con la música.
En su natal Maracaibo, en Venezuela, tuvo la inquietud por el arte de los ritmos musicales y mientras estudiaba el bachillerato, decidió estudiar piano de manera autodidacta, mientras exploraba las melodías y educaba su oído musical.
Cuenta que apenas creció un poco más en edad y empezó a trabajar, ingresó a una academia para comenzar a estudiarlo con más profundidad y profesionalismo, porque desde entonces supo que era el oficio al que se quería dedicar toda la vida.
Acompañado de algunos de sus estudiantes guajiros al culminar una clase presencial antes de la Pandemia.
“Cuando me gradué de bachiller, decidí tomar la música como mi carrera profesional y me inscribí en la Universidad Cecilio Acosta (Unica), ya que era la única institución que tenía la carrera como una licenciatura en el estado Zulia”, expresó Cárdenas, mientras tanto planificaba una de sus clases virtuales en Riohacha.
Mientras estudiaba la universidad, perteneció a corales y fue en esa época que conoció a su profesa de piano, Vivian Rodríguez y con quien continuó estudiando instrumento de teclado hasta después de egresar de la Unica, inclusive estudió varios semestres en La Universidad del Zulia, donde se abrió una licenciatura especializada en piano, años después, pero “esa carrera no la terminé, estudié piano clásico aproximadamente por siete años y luego estudié canto lírico por dos años con la profesora Linda Marín”.
Aunque su formación académica fue esencial, su verdadera trayectoria fue cuando empezó a ejercer la profesión en aquel entonces y tocó piano para varias agrupaciones, con lo que ganó vasta experiencia en tierras marabinas.
A mediados del 2016, la músico zuliana hizo su primer contacto con tierras riohacheras por invitación de un amigo, el profesor Fredy Flores, paisano suyo, oriundo de Caracas; quien dirigía en ese entonces el coro diocesano de la catedral de Riohacha y además con cinco años de haber migrado a La Guajira.
“Él estaba buscando un pianista profesional que leyera partituras para acompañar los coros en algunas misas. Me contactó por las redes sociales porque era la única de sus amistades que estaba cerca por ser maracucha, en comparación a cualquier otra persona que esté en Caracas, por lo que hizo más accesible venir a Riohacha y lo hice en varias oportunidades”, acotó.
Pero fue en medio de la celebración de las fiestas patronales de la virgen Nuestra Señora de los Remedios, que se conmemora cada 02 de febrero en Riohacha, que Cárdenas tuvo la oportunidad de presentarse en el 2017 y 2018. “Luego de estos dos acontecimientos el maestro Flores me habla que en la Universidad de La Guajira estaban por iniciar el proyecto de licenciatura en Música y me dijo que como era una propuesta pionero en la región, no habían graduados en música; sí habían músicos pero no profesionales… y como yo era de su entera confianza, me invitó a formar parte de la propuesta”.
En una muestra pública que hizo con sus estudiantes particulares de piano, en un Centro Comercial de Riohacha el 23 de noviembre de 2019, ahora ellos son alumnos de la Academia que empezó en marzo 2020.
Sin embargo, para el 2017, la talentosa venezolana tenía sus compromisos en Maracaibo, por lo que aún no decide migrar, pero “fue un año muy difícil para el país en medio del estallido social, las protestas y la situación económica empeoró en gran manera para los artistas, músicos y todo lo relacionado con el espectáculo”.
“En el 2018 migré de manera definitiva, porque ya había conocido el terreno, tenía una propuesta laboral y además me encontraba muy cerca de mi tierra, por lo que me animé mucho más, aspecto que aún me favorece porque puedo viajar en cualquier momento porque es relativamente cerca”.
En cuanto a su proceso de adaptación, Cárdenas considera que Colombia y Venezuela son países culturalmente muy parecidos, por lo que no me siento lejana a las personas y quizás el choque más grande es que “mi ciudad natal es grande, en comparación a Riohacha que es mucho más pequeña”. Además encontró que es una tierra que está muy arraigada al vallenato, de hecho, las líneas de investigación para el proceso de la licenciatura estaban enfocadas a la música de acordeón, el cual es el género tradicional de este territorio y “quizás también fue un choque grande cuando llegué”.
Cárdenas, una pasión inquebrantable desde las teclas.
“Me ha gustado mucho darles clases a la personas de aquí, sobre todo a los niños, porque en ellos busco sembrar las semillas desde las primeras edades, que es la idea, para que empiece a surgir un movimiento musical en esta población”.
En Uniguajira, Vanesa se encontró a algunos estudiantes que también provenían de Venezuela y colombianos retornados, quienes se han acercado a ella para contar sus experiencias, las razones por las que se regresaron a su país natal y cómo les ha ido en su lugar de acogida.
Más tarde, tuvo la oportunidad de trabajar también como profesora de música en una Fundación, en el que tuvo alumnos de ambas nacionalidades, pero en estado de vulnerabilidad. “Aunque eran de pocos recursos, siempre estuvieron muy atentos a las clases que yo dictaba. En ciertas oportunidades si existieron las críticas entre ellos por las ‘diferencias’, sin embargo, mi estrategia fue ponerlos en un coro donde le enseñaba a aprenderse canciones venezolanas y colombianas, lo cual me funcionaba mucho para integrarlos a todos”, acotó.
Ha pasado los meses desde aquella primera vez, cuando dio su clase inicial y la recepción de los estudiantes ha sido buena, porque “no solo aprecian el conocimiento que les he dado, también me he ganado su estima como persona y muchos de ellos son mis amigos en la actualidad, en ese sentido la gente me ha tratado muy bien”.
Cárdenas mientras enseñaba melodías en la Universidad de La Guajira.
La llegada de la Pandemia le ha permitido realizar muchos experimentos. “Nunca fui partidaria de dictar las clases virtuales para la música, sé que hay personas que sí lo hacen, pero yo nunca lo intenté porque no me parecía la mejor forma de enseñar este arte sin la presencia física del profesor, sin embargo, me tocó adaptarme, así que implementé las directrices de una educación a distancia”.
Para el 2020 Cárdenas tendría proyectado la materialización de su escuela Piano Caribe, pero muchas decisiones tuvieron que congelarse porque la mayoría de sus estudiantes se quedaron sin los recursos económicos para continuar, mientras que los demás eran muy pequeños en edades y casi no respondían a esta metódica de estudios online por lo que “sus padres me dijeron que continuarían cuando todo volviera la normalidad”.
Pero no todo ha sido negativo, el Coronavirus le ha permito conectarse con amigos músicos, provenientes de su país pero que están regados por todo el mundo, entonces el confinamiento les permitió unir sus talentos al unísono, creando piezas que jamás se imaginó que podía lograr y que han tenido mucho éxito en sus redes sociales.
En la búsqueda de ser un aporte para su lugar de acogida en Riohacha, decidió formar parte de la ASOCIACIÓN SALTO ÁNGEL, brindando su lado social a paisanos que llegan a La Guajira y que están desorientados en cuanto a las rutas de atención primaria. “Me ha gustado estar en ella porque me siento cerca de mis connacionales, muchos de ellos son talentosos con sus emprendimientos. Estoy dispuesta a dar mi apoyo como voluntaria dentro de esta organización”.
Hoy, Cárdenas mira el camino que ha recorrido y solo puede agradecer por las oportunidades que llegaron a su vida producto de su pasión por este arte. Ahora, buscar impulsar su carrera como solista y espera seguir creciendo sin límites geográficos.
Jefry Machado